Sino como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en todo lo que hagan; porque está escrito: “Sed santos, porque yo soy Santo.” 1 Pedro 1:15-16.
“Sin santidad nadie verá a Dios”, dice la carta a los Hebreos. La santidad no es un valor que adquirimos con la vida cristiana, viene dentro del paquete de la gracia de Dios y fue colocada como un sello en nuestra vida el día que recibimos a Cristo como el Señor y Salvador de la misma. En el libro de Levítico Dios demanda que su pueblo viva como Él. Les instruye con la siguiente demanda: Sed santos como yo soy santo. Vivan como apartados, tal como Yo los aparté para mí. En eso consiste la santidad, en reconocer que hemos sido apartados para Dios y separados del mundo por medio de Dios; por lo cual, es vivir conforme a nuestro nuevo modelo de vida que hemos recibidos por medio del bautismo en el Espíritu Santo, quien es nuestro santificador.
Debido a que Dios es un buen Padre, Él nos invita a compartir su carácter. Como seguidores de Jesús, hemos sido perdonados y santificados. Pero debido a que Dios es Santo y estamos hechos a su imagen, también estamos llamados a vivir como Él. Así que la santidad es el sello de Dios para que ni el mundo, ni el diablo, ni nuestra carne nos gobierne, sino el poder de Dios. El apóstol Santiago, dice: “Someteos a Dios, resistid al diablo, y él huirá de vosotros” (4:7). Nosotros no tenemos que luchar para vivir santamente, nuestro único trabajo es someternos a Dios porque esa es la señal de que Cristo nos gobierna y no nuestra carne o las estrategias del enemigo. Así que, si quieres vivir en otra de las marcas de un discípulo de pantalones largos, sométete a Dios y el diablo huirá de tu vida, entonces nunca tendrás problemas para vivir santamente.
T.A.S.C.D.
JEREMÍAS 26; SALMOS 92
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás
JEREMÍAS 26; SALMOS 92
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás