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El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Juan 16:14, RV60.
Aunque el Espíritu Santo es Dios, como lo es el Padre y el Hijo, cada uno de ellos cumple una misión o ministerio específico, aunque su trabajo es mancomunado para cumplir el gran propósito de salvar al mundo. Todos sabemos que la gran comisión salvadora del hombre pecador fue asumida voluntariamente por Cristo, ese fue su ministerio terrenal, Él vino para salvar lo que se había perdido. Pero cuando vemos en los evangelio cómo se mueve o manifiesta el Espíritu Santo, siempre lo observamos trabajando para el Señor. En su advenimiento, en su gestación, en su nacimiento y desarrollo, en su bautismo, en la tentación de satanás, en su desarrollo ministerial, en cada milagro y hecho portentoso que Jesús hacía estaba presente el Espíritu Santo. Por eso Cristo dice de Él que lo glorificará. Es decir, su ministerio es darle gloria a Cristo cada vez que ocurre un hecho de autoridad y poder en esta tierra.
El Espíritu Santo no podía venir en un cuerpo humano como vino Cristo. Su ministerio no podría realizarse de esa manera. Él vino para impartir la naturaleza de Dios al espíritu del hombre. El Espíritu Santo no vino en un cuerpo humano sino para habitar en los cuerpos de aquellos que han llegado a ser la nueva creación en Dios. Su venida fue tan positiva, y tan definida como la venida de Cristo en la encarnación. La Tercera Persona de la Divinidad, está realmente aquí sobre la tierra actuando en y por medio del Cuerpo de Cristo, la iglesia. De esta manera sigue glorificando al Señor y produciendo nuevos nacimientos en aquellos corazones que son alcanzados por la gracia del Padre, a través de la fe en el Hijo y su sacrificio que da como regalo la vida eterna.
T.A.S.C.D.
Oseas 3 - 4
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás
Oseas 3 - 4
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás
