El hombre saciado desprecia el panal de miel; pero al hambriento todo lo amargo es dulce. Salmo 27:7
Cuando a Jesús le criticaban porque comía con publicanos, prostitutas y pecadores de toda índole, Él le respondía a los religiosos que le juzgaban que no había venido por los que estaban sanos sino por aquellos que estaban enfermos. Hacía referencia a que su venida a esta tierra fue movida por el amor del Padre hacía el hombre perdido, que se encuentra en condenación eterna.
Previo al comienzo de su ministerio en el evangelio de Mateo, Jesús expresó: “arrepentíos porque el Reino de los cielos se ha acercado”. La pobreza espiritual comienza con reconocer que tengo una necesidad absoluta y única de Dios. Mi condición económica, social, étnica o religiosa no me exime de ser pecador, eso me convierte en alguien con necesidad espiritual, por lo tanto tendré hambre de Dios. Pero primero reconozco que tengo necesidad de Él y de Su perdón. Entre más pobreza del espíritu mayor necesidad de Dios y, por ende, más necesidad de Dios. Él está buscando gente hambrienta por Su presencia para saciarlos de Él.
Leer: Jeremías 27
Lectura complementaria: Jeremías 28
Para pensar:
Lectura complementaria: Jeremías 28
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿QUÉ ME DICE DIOS?
- ¿Qué le respondo?
Éste y todos los mensajes publicados han sido tomados con permiso del cuadernillo devocional TIEMPO A SOLAS CON DIOS escrito por el pastor Marcos Manrique de la iglesia CBI Medellín, para más información clic aquí
Las ilustraciones de nuestros mensajes pertenecen a sus respectivos autores.
