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Cuando existe un propósito claro la evaluación de los resultados es algo muy fácil y gozoso de hacer. Mucho creyente piensa que las iglesias cristianas no deberían llevar el control de sus avances de lo que están haciendo para hacer crecer la comunidad de cristianos, pero es un error. Aún Dios mismo tiene un libro en el Antiguo Testamento que se llama Números. Y lo que allí se registra es precisamente el conteo de lo que Dios ordenaba se hiciera con su pueblo.
Lo que nos se evalúa no se mide; y lo que no se mide no se controla. Y para lograr hacer todo lo dicho en esta reflexión requerimos tener propósitos claros y definidos, transmitidos a toda la iglesia y plasmados en un documento que direccione todo este sistema.
Todas las organizaciones en cualquier lugar de la tierra tiene proyectos que plasman en un plan para hacer, verificar y actuar nuevamente. Cada aspecto de la administración de un plan requiere la llamada evaluación que determine los avances y las decisiones que se debe tomar en cada aspecto de la planeación misma.
Leer: Hechos 11
Lectura complementaria: Hechos 12
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?
