Pocas personas tienen un plan consciente para desarrollar su vida espiritual. La mayoría de los cristianos son más funcionales que intencionales, andan en la vida como carros con piloto automático. Las actividades cotidianas, tanto en lo laboral, hogar, salud, educación y hasta las espirituales pueden estar atiborradas de nuestro tiempo porque nos demanda atenderlas; y al final, la ansiedad, el cansancio y el estrés no sólo nos desgastan sino que nos alejan de Dios y nuestra intimidad con Él. Todo esto es el resultado de vivir sin reglas espirituales que edifiquen nuestra vida.
Por lo general tenemos un plan para todo los asuntos del diario vivir, pero casi nunca nos sentamos a diseñar un plan que nos permita crecer más y trabajar más para el reino de los cielos. La Biblia nos enseña por medio de la vida del profeta Daniel que se debe ser intencional en la búsqueda de Dios y para ello necesitamos proponer una regla diaria de espiritualidad. Esto nos hará crecer más en la intimidad y conocimiento de nuestro Padre celestial, haciéndonos hijos de Dios más seguros y más sanos.
Leer: Levítico 2
Lectura complementaria: Levítico 3
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?