La honra a Dios no es un mandato, es un acto de gratitud por quién es Él y por sus hechos de poder con que nos bendice a cada instante. Hay muchas razones por las cuales un creyente debe honrar a su Padre y Redentor. Cada quien debe encontrar ese motivo para hacerlo, porque de manera individual usted sabe de dónde lo sacó el Señor y cómo se encontraba cuando lo rescató de su vieja vida pecaminosa.
Se preguntará ¿Por qué el dueño del oro y de la plata nos pide que lo honremos con diezmos, ofrendas, primicias y votos? ¿Necesita de lo que nos ha dado previamente? Creo que no, estoy seguro de que no necesita de nosotros nada. Pero la única y mejor forma de probar nuestro corazón es pidiéndonos de aquello que puede seducir nuestro corazón hasta el punto de amar lo material por encima de Él. Honrar es poner a Dios primero que cualquier otra cosa de ésta tierra. Es decir, de ti recibimos y a ti te devolvemos. Entonces se abren las ventanas de los cielos y nos bendice en abundancia.
Leer: Levítico 26
Lectura complementaria: Levítico 27
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?
Éste y todos los mensajes publicados en éste blog han sido tomados con permiso del cuadernillo devocional TIEMPO A SOLAS CON DIOS escrito por el pastor Marcos Manrique de la iglesia CBI Medellín, para más información clic aquí