El más grande entre vosotros será vuestro siervo. Mateo 23:11. RV60.
La búsqueda de la grandeza ha sido el factor que domina al ser humano. Recordemos que en el Huerto del Edén la propuesta de satanás a la mujer fue: “serán como Dios”, y allí comenzó una lucha en el interior del ser creado a la imagen de Dios de poner su nombre por encima del de Su Creador, y terminó desobedeciendo a Dios. La verdadera grandeza comienza con la humildad. La Biblia nos dice que para ser grandes hay que servir a los demás. Y la humildad es el centro del corazón de un siervo. Debemos menguar para que el carácter de Cristo pueda crecer en nosotros, como lo dijo Juan el Bautista.
En el servicio encontramos otra de las marcas de una iglesia de pantalones largos. El Señor siempre recalcaba a sus discípulos que el servirle al menor les hacía mayores o más grandes, no el lugar que ocupemos dentro de una comunidad u organización. Servirle a otro es ponerse el delantal de mesonero para decirle a quienes nos ven: “aquí me encuentro disponible para ti”. En el Evangelio de Marcos hace una mención sobre como los gobernantes o líderes de las naciones se enseñorean sobre los que gobiernan o lideran, pero entre los discípulos no debe ser así, sino todo lo contrario. El que tiene un lugar de privilegio en la iglesia del Señor es aquel que es capaz de lavarle los pies a sus menores, a quienes dirige, o dicho de otra forma, a aquellos sobre quienes ha sido puesto para brindarles un mejor bienestar con su servicio. El mismo Señor los hizo con sus seguidores. Tomó la vasija, la llenó de agua; luego tomó la toalla y comenzó a lavarle los pies a uno por uno. Cuando tu nivel de autoridad se rebaje a lavarle los pies de quienes lideras; entonces, estás listo para dirigirlos con amor y desprendimiento.
T.A.S.C.D.
JEREMÍAS 23; SALMOS 89
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás
JEREMÍAS 23; SALMOS 89
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás