—De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús.
¡Pastor! Porqué me vas a hablar del nuevo nacimiento cuando estamos tratando el tema de la madurez espiritual, podría decir de forma jocosa o preocupada alguna de las ovejitas de Cristo que pastoreo en la iglesia. Pero la gran verdad es que la madurez espiritual comienza por aquí, por el nuevo nacimiento. Si revisamos cada persona que se congrega en una iglesia local de cualquier denominación, es probable que nos llevemos la sorpresa de encontrar a muchos Nicodemo´s y a pocos Juan el Bautista, o Pablos o Pedros o Juan.
Nicodemo era un religioso de la ley de Dios, la conocía muy bien. Al parecer era parte del Sanedrín Judío de su época, pero le inquietó conocer a Aquel que hacía milagros, sanaba a los enfermos, resucitaba muertos, echaba fuera demonios, multiplicaba panes y peces y daba de comer a multitudes con solo levantar las manos al cielo y dar gracias la Padre, para ver la multiplicación de lo que un niño puso en sus manos. Nicodemo fue al Maestro de noche, sus razones tendría o de algo se estaba cuidando. Sin embargo, no fue con el propósito de reconocerlo como el Mesías esperado sino como un profeta que aparecía después de siglos de no ver levantarse uno en Israel. Y aunque elogió al Señor como Maestro y como alguien que venía de parte de Dios, no pudo reconocerlo como en verdad era Él: el Hijo de Dios, nacido en la carne y el Mesías de Israel, quien tanto habían esperado. Por eso, ante tanto elogio, las palabras de respuesta del Maestro fue: Nicodemo, es necesario nacer de nuevo si quieres ver el Reino de Dios. Es a partir del verdadero nuevo nacimiento que comenzamos a ver cosas grandes y ocultas que no logramos ver. Es a través de este nuevo nacimiento que suceden transformaciones y revelaciones que nos volvemos discípulos del Señor capaces de dar nuestra vida por Él. Sí, el nuevo nacimiento es el comienzo de un camino a la vida madura.
T.A.S.C.D.
JEREMÍAS 15; SALMOS 81
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás
JEREMÍAS 15; SALMOS 81
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás