28Pero el pueblo que allí habita es poderoso, y sus ciudades son enormes y están fortificadas. Hasta vimos anaquitas allí. 31Pero los que habían ido con él respondieron: -No podremos combatir contra esa gente ¡Son más fuertes que nosotros! Números 13:28, 31.
Una mente estancada en su pasado nunca podrá apoyarse en la fe que Dios le dio. Los Israelitas habían vivido 430 años en Egipto y todo lo que sus sistema de pensamiento producía estaba asociado a lo que habían sido en Egipto: unos esclavos. Después de haber recorrido un tramo de 40 días, Dios los envía a que reconozcan la tierra y traigan un informe de ella. Él los envió en la temporada más significativa de aquella tierra, la de la cosecha. El propósito era que vieran el tipo de fruto que les esperaba recoger, tal como se lo había prometido a Abraham, que su pueblo saldría de Egipto para poseer una tierra que fluye leche y miel. Y eso fue lo que observaron cuando recogieron fruto de un tamaño nada normal.
Pero el miedo se apoderó de sus mentes. Vieron a los anaquitas (gigantes) y se olvidaron de quién era mayor que esos gigantes, Su Dios. No es que el miedo deje de hacer parte de nuestra vida aunque tengamos a Cristo; pero él no puede controlar nuestro sistema de pensamientos, porque sencillamente al llegar a Cristo todo temor es echado fuera por el amor de Dios que vive en nosotros. Recordemos que Caleb se paró firme delante del pueblo que escuchaba el informe negativo de los diez príncipes que estuvieron en aquel lugar, sus palabras fueron: “podremos con ellos, porque Dios está con nosotros”. Su mente transformada por todo lo que había visto sabía de antemano que había que derribar a esos gigantes, ellos no sería un problema para conquistar Canaán, porque el que los había llevado hasta aquella tierra era Su Dios y ya lo habían visto pelear a favor de ellos y ganar toda batalla. Hoy debes comenzar por desmontar tus gigantes, recordándole a tu mente quién es tu Dios y como Él obra a tu favor, así que ¡no temas!
T.A.S.C.D.
Zacarías 3 - 4
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás
Zacarías 3 - 4
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás