Desde la fiesta de la Pascua donde se celebraba la liberación de Israel de manos de los egipcios, hasta Pentecostés, que era la celebración de la cosecha, hay un tiempo de siete semanas y un día. Durante estas siete semanas todos los judíos y prosélitos que amaban a Dios se convocaban en Jerusalén para adorar a Dios y darle gracias por sus misericordias y bendiciones.
Pascua y Pentecostés eran dos de las tres fiestas obligatorias que Dios por medio de Moisés instituyó
para que la nación entera le sirviese en Jerusalén. De modo que no había una mejor oportunidad
para que el Espíritu Santo apareciera en la tierra que este. Dos sucesos llamaron la atención de todos los presentes en Pentecostés: Que escuchaban a aquel grupo de creyentes adorar a Dios en sus propios idiomas y que hubo un gran ruido que les llamó la atención. El resultado más importante
para la historia de la redención es, que los idiomas ya no serían impedimento para conocer a Dios en cualquier lugar del mundo. Dios había trascendido.
Leer: Juan 7
Lectura complementaria: Juan 8
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?
Las ilustraciones de nuestros mensajes pertenecen a sus respectivos autores.