Cuando los religiosos de la época de Jesús le criticaron cuando la gente gritaba Hossana a Dios, cuando cabalgaba en un pollino entrando a Jerusalén y la gente le exaltaba como el Hijo de Dios y Él no los reprendía. Su contestación fue: Si los hijos de los hombres no glorifican a Dios, te digo que las mismas piedras lo harán.
El Reino de Dios está conformado por todos los redimidos del Señor. Y estos nacidos de nuevos se unen a la familia más grande y hermosa de la tierra, la de Dios; quienes a su vez por causa del gozo que sienten de ser salvos no cesan de hablar y testificar lo que Dios ha hecho por medio de Cristo.
Como hijos de Dios, los redimidos por Cristo tenemos una Comisión que cumplir: Hablar de Jesús,
mostrar el amor de Dios que salva y discipular a aquellos convertidos que se unen a esa comunidad de la fe. El amor de Dios que nos constriñe es la razón más poderosa para hacer discípulos. No hay
otra razón más poderosa que esa.
Leer: Efesios 1
Lectura complementaria: Efesios 2
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?