Santidad, del griego “Hagios”. Según las Escrituras tiene que ver con lo que está apartado para el servicio a Dios. También con el derrotero ético de quienes entran en una relación personal con Él.
Es limpieza de corazón que se refleja en buena conducta que siempre honra a Dios. De ahí que al pueblo de Israel, Dios le dijera, “ustedes deben ser santos porque yo soy santo”. Es Dios quien nos aparta por medio de la Sangre de Jesucristo. Es Cristo quien con su vida y sangre compró a un precio alto e impagable la santidad que Dios demandaba. Ser santo no es un asunto de esfuerzo, es más de una relación con el Dios vivo.
En Cristo hemos sido revestidos con vestiduras limpias, blancas, resplandecientes y ungidas para no volver atrás. Su iglesia universal debe ser su novia Santa. La iglesia local debe ser una
comunidad de los santos, pero al mismo tiempo debe ser el lugar en donde todos los discípulos del Señor se encuentren con la santidad de su Cristo para servir con consciencia limpia y corazón transparente. Cristo nos compró para sí a fin de hacernos sacerdotes santos de Su Reino.
Lectura complementaria: Hebreos 4
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?