Nadie, absolutamente nadie podrá ser parte de la iglesia de Cristo sin tener en mente el cumplimiento cabal de este mandamiento. El centro de la vida de un discípulo es Dios en la persona de Jesucristo. Amar a Dios por encima de todas las cosas, de todas las personas, de todas las riquezas o posesiones. Aún amarlo por encima de nuestra propia vida es el centro del evangelio verdadero. Cuando un pecador decide tomar el camino de la vida por medio de recibir a Cristo por fe como su Señor y Salvador, lo que realmente sucedió fue que tuvo una experiencia de amor con el Cristo de la gloria. El amor de Dios lo tocó y por causa de ese amor toma una decisión de cambio en su vida: Se convierte al Señor.
El fundamento de la iglesia es el amor del Padre. Y el fundamento del cristianismo es el amor a Dios. Quien ama se une al cuerpo de Cristo, se discipula, se bautiza, adora, mantiene comunión, comparte de su fe a otros, y obedece a Dios en todas sus demandas. Amar es la esencia de la vida cristiana.
Leer: Hebreos 9
Lectura complementaria: Hebreos 10
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?