Dallas Willard nombró el silencio y soledad como las dos disciplinas más radicales de la vida cristiana. La soledad es la práctica de estar ausente de las personas y las cosas para servir a Dios. El silencio es calmar cualquier voz interna o externa para también servir a Dios. Henri Nouwen dijo que “sin soledad es casi imposible vivir una espiritualidad”. Estas son las dos disciplinas menos tenidas en cuenta y practicadas a la hora de entrar al lugar secreto con Dios. Son desafiantes, porque obligan a callar nuestra alma para que hable nuestro espíritu y se una con el Espíritu de Dios.
Estando en la cueva el profeta Elías después de huir de Jezabel por sus amenazas de muerte, el profeta tuvo que aprender a discernir la voz de Dios en un viento apacible. Él estaba acostumbrado al fuego y al viento fuerte, pero no al silencio apacible de Dios. El silencio para Elías como para nosotros está lleno de la presencia de Dios. Le habló en el silencio a Elías, también nos habla en el silencio a nosotros.
Leer: Éxodo 20
Lectura complementaria: Éxodo 21
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?