¡ABANDONA LA TERQUEDAD!
¡Ser terco es querer hacer las cosas a tu manera! La obstinación con Dios no es un rasgo del cual debamos enorgullecernos. Las Escrituras nos advierten del peligro de ser alguien de dura cerviz. En Jeremías 7:24 el Señor le reclama a su pueblo por su obstinación: “Pero ellos no me obedecieron ni me prestaron atención, sino que siguieron el consejo de su terco y malvado corazón. Fue así como, en vez de avanzar, retrocedieron”. Ser terco atenta contra nuestro crecimiento espiritual, como también nos hace avanzar en dirección contraria a la Suya.
El primer paso para suavizar el corazón terco y arrogante es someterse. Renunciar a nuestro deseo de querer tener el control y decirle al Señor: “Yo quiero que tú quieras”. Eso requiere lanzar el orgullo por la ventana y humillarnos delante de la presencia de Dios. Cuando hay un corazón obstinado, la gratitud sale volando de nuestro corazón. Evitemos el peligro de perder nuestra gratitud por seguir a nuestro corazón terco y obstinado, sometámonos a Dios y humillémonos.
T.A.S.C.D. Éxodo 6/Salmos 49
¡Ser terco es querer hacer las cosas a tu manera! La obstinación con Dios no es un rasgo del cual debamos enorgullecernos. Las Escrituras nos advierten del peligro de ser alguien de dura cerviz. En Jeremías 7:24 el Señor le reclama a su pueblo por su obstinación: “Pero ellos no me obedecieron ni me prestaron atención, sino que siguieron el consejo de su terco y malvado corazón. Fue así como, en vez de avanzar, retrocedieron”. Ser terco atenta contra nuestro crecimiento espiritual, como también nos hace avanzar en dirección contraria a la Suya.
El primer paso para suavizar el corazón terco y arrogante es someterse. Renunciar a nuestro deseo de querer tener el control y decirle al Señor: “Yo quiero que tú quieras”. Eso requiere lanzar el orgullo por la ventana y humillarnos delante de la presencia de Dios. Cuando hay un corazón obstinado, la gratitud sale volando de nuestro corazón. Evitemos el peligro de perder nuestra gratitud por seguir a nuestro corazón terco y obstinado, sometámonos a Dios y humillémonos.
T.A.S.C.D. Éxodo 6/Salmos 49