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miércoles, 17 de noviembre de 2021

TODO PRIMOGÉNITO SIRVE AL SEÑOR - NOVIEMBRE 15






1 Jehová habló a Moisés, diciendo: 2 Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es.


En Éxodo 12:29 - 30 leemos sobre la última plaga en Egipto: la muerte de los primogénitos. Todo primer nacido murió esa noche del 14 de Nisán. Sólo los primogénitos de entre los israelitas se salvaron, gracias a la sangre del Cordero de la Pascua. Cuando el ángel veía la sangre en una puerta, se saltaba ese hogar, ya que un cordero había muerto en lugar de los primogénitos de ese hogar.

Ahora bien, la salvación de los primogénitos de Israel, tanto de bestias como de hombre tiene un significado muy profundo, al no morir en Egipto por razones de la gracia de Dios ellos quedaban apartados para Dios y para su servicio. Los animales machos que abren matriz quedaban apartados para ser sacrificados en holocausto para Dios. Los primeros nacidos en el hogar de un hebreo que fueran machos y que abrieran matriz quedaban apartados para el servicio sacerdotal. Cada primogénito de hombre al quedar consagrados para el Señor debían servir en el altar, oficiar como sacerdotes de Dios. Si alguno quería redimir (pagar un precio) a su primogénito debía pagar un precio el cual era tasado por el sumo sacerdote, era en monedas de plata, según la ley así lo determinaba. De manera que, cuando el primogénito le preguntaba a su padre qué significaba aquel acto de redención del primogénito, él les respondía que era una señal del amor de Dios, quien salvó a todo primogénito de hombre como de bestia en Egipto la noche que el ángel de la muerte arrasó con todo primogénito de hombre como de bestia de aquel país. La Biblia nos enseña que al ser redimidos por Cristo, pues Él pagó el precio de nuestra salvación, cada nacido de nuevo es un primogénito que debe servir en el altar. Somos primogénitos espirituales que hemos sido apartados para estar en el altar de su presencia.




T.A.S.C.D.

JEREMÍAS 51; SALMOS 117



Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:

¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?

¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?

¿Qué pecado te muestra que debes confesar?

¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?

¿Qué mandato o precepto debes obedecer?

¿Qué promesa debes reclamar y por qué?

¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?

¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?

¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?

Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás