11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención..."¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?" Hebreos 9:11 - 12, 14. RV60.
El capítulo 9 es un resumen comparativo entre el pacto que envejeció, que quedó obsoleto, y el Nuevo Pacto que fue establecido sobre mejores promesas, porque fueron basadas en un juramento del Padre al Hijo para elevarlo a un Sacerdocio diferente y que no estuviese asociado al pacto antiguo, que para nada había perfeccionado al pecador ni le había permitido reconciliarse verdaderamente con Su Dios.
El tema central de este capítulo es la sangre de Cristo que es la única que tiene el poder y la capacidad de perdonar al pecador y de reconciliar al mismo con Su Creador. Sé que necesitamos hacer un estudio a fondo del significado del tabernáculo terrenal, donde se oficiaba los sacrificios para el perdón de pecados, y en donde una vez al año entraba el Sumo Sacerdote terrenal para presentar ofrenda por la culpa y por la paz, primero por sí mismo y luego por toda la nación. Pero nada de esto era eterno, solo temporal, porque al año siguiente había que hacer el mismo rito de purificación. Pero aparece Cristo, quien con un solo sacrificio y por una sola vez pudo presentarse, no en un santuario terrenal sino uno celestial, que es su propia vida, la cual de una vez y para siempre limpia la conciencia muerta del pecador y lo pone en paz con Su Dios para ser recibido como hijo de Suyo y aceptarlo como justo delante del juez Justo Eterno. Esta es la gran noticia que nos permite entender el poder de la sangre de Cristo para nuestra salvación.
T.A.S.C.D.
Proverbios 31; 2 Crónicas 2
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás
Proverbios 31; 2 Crónicas 2
Toma un cuaderno y responde las siguientes preguntas inductivas:
¿Quién es Dios en el pasaje que escogiste?
¿Qué te enseña acerca de Él o de ti?
¿Qué pecado te muestra que debes confesar?
¿Qué actitud te muestra que debes corregir o mantener?
¿Qué mandato o precepto debes obedecer?
¿Qué promesa debes reclamar y por qué?
¿Qué ejemplo debes seguir, o por el contrario, debes evitar?
¿Qué te dijo Dios. Cómo escuchaste Su voz en este pasaje?
¿Cómo responderás a Dios por lo que te habló hoy?
Recuerda leer el capítulo y escoger la porción de la Escritura en donde meditarás