“Escucha al Señor para desatar la cadena de bendición que Él ha preparado. Tu palabra debe ser una con Su Palabra”. C. Luna.
Nuestras palabras tienen la capacidad para condicionarnos, para bien o para mal. Por eso cuando hablamos de fe, indiscutiblemente debemos hacer referencia a lo que escuchamos y a lo que hablamos. La fuente de nuestras ideas es la fuente de nuestras declaraciones.
Es determinante aprender la habilidad de hablar la Palabra de Dios y sus promesas. Ella habla acerca de nuestro futuro, porque ya el pasado fue borrado por Él cuando perdonó nuestros pecados. Lo que declaremos con nuestra boca es lo que determina la fe que profesamos y vivimos. De tus labios deben salir palabras de vida, de esperanza y de total confianza en el Dios en quien has puesto tu mirada y tu confianza. Entonces, la esperanza será viva en ti todos los días de tu existencia.
Leer: 1 Corintios 15
Lectura complementaria: 1 Corintios 16
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?
Las ilustraciones de nuestros mensajes pertenecen a sus respectivos autores.