Esta es una de mis parábolas favoritas cuando voy a hablar de ser útil para Dios y para los hombres, a través del servicio dentro o fuera de la iglesia. Por medio de esta historia el Señor nos enseña que nadie puede decir que Dios no le da la oportunidad de servir porque no tiene recursos. Cada ser humano sobre esta tierra tiene la posibilidad de servir usando todos los dones y talentos que Dios le ha dado.
Porque el Señor reparte teniendo en cuenta nuestra capacidad para usar aquello que nos entrega.
Fructificar lo que tenemos es parte de crecer en el Señor. Hay dos tipos de creyentes: Los siervos útiles, y los siervos inútiles. Los primeros, trabajan con sus talentos y los ponen a producir; los segundos, prefieren esconderlos por física negligencia o miedo, ¿a qué grupo perteneces?
Leer: 1 Tesalonicenses 3
Lectura complementaria: 1 Tesalonicenses 4
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?