Alguien dijo una vez que la iglesia del Señor es un organismo vivo, no un mero órgano.
Cada creyente en sí mismo es la iglesia. Pero esa misma persona sola, aislada, sin comunidad, sin servicio, sin congregarse, sin tener vínculos con otros pares en su fe es alguien que se termina secando o muriendo, porque está fuera de lo que produce vida: El cuerpo de Cristo.
La vida de la iglesia está en su comunión, adoración, servicio y comunidad. Así como un miembro del cuerpo se duele, así mismo es comparada la iglesia. Cuando un órgano del cuerpo es herido o traumado, todos los demás miembros corren a auxiliarlo y protegerlo con el fin de mantenerlo unido y vivo al cuerpo. Así fue diseñada la iglesia. Su propósito es unir y dar vida a todo creyente. Cada miembro cumple una función, pero todo el cuerpo debe estar sano para poder ser vital y no morir. No todos somos manos, ni orejas, ni otra parte del cuerpo, pero cada uno contribuye a la sanidad del cuerpo por medio de sus dones, talentos y ministerio.
Leer: Deuteronomio 25
Lectura complementaria: Números 25
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?