Haga un ejercicio de imaginación y vaya hacia atrás. Véase en el calvario, en todo el frente de su Salvador, y observe su rostro, su cuerpo marcado por las llagas. Sí, por esas heridas que dice Isaías que curan, que sanan. Mire cómo su cara está desfigurada. Dice el profeta que “molido fue por nuestras rebeliones y el precio de nuestra paz fue sobre Él”. Finalmente, escuche está oración: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Soy llamado pastor en una iglesia cristiana, pero yo nunca he ido a un lugar como el calvario para ser sacrificado tan horrendamente. Eso lo hizo Jesús. Fue Él quien pagó el precio que el pecado demandaba de parte del Padre. Fue Él quien puso voluntariamente su cuerpo en un madero para reconciliarnos con el Padre y pagar el precio de nuestro pecado. Él sí es el buen pastor, porque puso su vida por nosotros sus ovejas. Esta es la única razón por la cual usted y yo estamos llamados a servirle al Señor dentro de un redil llamado Iglesia.
Leer: Deuteronomio 27
Lectura complementaria: Números 27
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?