Una de las grandes equivocaciones frente a la prueba es pensar o creer que si nos molestamos o fastidiamos o llegamos a quejarnos es porque estamos negando o ignorando el propósito o plan de Dios. En los capítulos 4 al 36 del libro de Job vemos a un hombre justo, bueno y santo dando una pelea de fe, integridad y de adoración. Pero también observamos a este hombre quejarse y llegar a pelear con Dios por causa de su enfermedad. Para Job la perdida material no fue su mayor problema, pero sí lo fueron sus llagas en todo el cuerpo.
Para muchos creyentes la pérdida no es tan dura como el dolor emocional que produce aquello que se ha perdido. Hay un duelo emocional en toda pérdida y hay que vivirlo sin queja, más bien con acción de gracias al Señor. Muchas veces volvemos a retomar nuestros hábitos espirituales después de haber vivido el duelo de la pérdida. Eso no es malo ni ofende a Dios. Él nos conoce y también permite que lloremos, que nos entristezcamos y que vivamos un espacio de soledad y aislamiento; pero eso sí, sin quedarnos allí. Esos pasos son necesarios para seguir amando y creyendo en Dios.
Leer: Génesis 46
Lectura complementaria: Génesis 47
Para pensar:
- ¿Quién es Dios/qué hace en mi vida?
- ¿Qué dice de mi como creyente?
- Pecado a confesar o evitar
- Actitud a mantener, cambiar o mejorar
- Mandato a obedecer
- Promesa para reclamar
- Ejemplo digno de imitar o evitar
- ¿Qué me dice Dios?